27 escenas para 4 espectadores

Plantilla: flauta de pico alto, saxo alto, guitarra, acordeón y electrónica en vivo (4 canales)
Creación: mayo – noviembre 2002, revisada en enero de 2006
Estreno: 9. noviembre 2002, Musikhochschule Freiburg; Ensemble des Instituts für neue Musik
Duración: 16 min.

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 “ […] Acentuar esta diferencia entre la contemplación y la vida —la vida, con su articulación política de intereses, deseos y conveniencias—, era necesario. Porque El Espectador lleva una segunda intención: él especula, mira— pero lo que quiere ver es la vida según fluye ante él […]”.

Ortega y Gasset. El Espectador, tomo I.

“ […] Vivir no es entrar por gusto en un sitio previamente elegido a sabor, como se elige en teatro después de cenar, sino que es encontrarse de pronto, y sin saber cómo, caído, sumergido, proyectado en un mundo incanjeable: en este de ahora. Nuestra vida empieza por ser la perpetua sorpresa de existir, sin nuestra anuencia previa, náufragos, en un orbe impremeditado. No nos hemos dado a nosotros la vida sino que nos la encontramos, justamente, al encontrarnos con nosotros.

Un símil esclarecedor fuera el de alguien que, dormido, es llevado a los bastidores de un teatro y allí, de un empujón que le despierta, es lanzado a las baterías, delante del público. Al hallarse allí ¿qué es lo que halla ese personaje?

Pues se halla sumido en una situación difícil sin saber cómo ni por qué, en una peripecia; la situación difícil consiste en resolver de algún modo decoroso aquella exposición ante el público, que él no ha buscado ni preparado ni previsto. En sus líneas radicales, la vida es siempre imprevista. No nos han anunciado antes de entrar en ella –en su escenario, que es siempre uno concreto y determinado-; no nos han preparado.

Este carácter súbito e imprevisto es esencial en la vida.

Fuera muy otra cosa si pudiéramos prepararnos a ella antes de entrar en ella. Ya decía Dante que “la flecha prevista viene más despacio”. Pero la vida en su totalidad y en cada uno de sus instantes tiene algo de pistoletazo que nos es disparado a quemarropa.”

Ortega y Gasset. ¿Qué es filosofía?

Sin el más mínimo propósito de que ambas citas sirvan como programa a la obra, resulta paradójico que precisamente la presente obra tematice el concepto de “programa”, el concepto de “proceso” en sí, pero ninguno en particular. La idea de “Espectador” esbozada en Ortega, de, como definió Platón, “amigo de mirar”, constituye aquí, precisamente, no tanto –o no solamente- el hecho de ser “amigo de mirar”, sino más bien, el hecho de ser “condenado a mirar”; condenado a presenciar un “espectáculo” que se vuelve sobre sí mismo, una “escenificación” de la “escena” como tal, en un escenario sobre el que los espectadores han caído convirtiéndose imprevisiblemente en actores, actores de su propio espectáculo que, paradójicamente, ya no tiene lugar físicamente en el escenario, sino precisamente en el público. Están, por tanto, tales espectadores, condenados a observar su propia función, condenados a que toda acción que realicen pase inexorablemente por el filtro de lo “programado”, pasando a formar parte de un proceso de trayectoria predefinida e inalterable. “Lo que les queda, es una voluntad de expresión a encontrar a través de un infierno de confusiones, un receptivo y agudo pensar y sentir en el trato con el medio y un instinto despierto ante tal contacto: reflejos de la cola, en la esperanza de participar con el perro en su propio movimiento.*”

* Helmut Lachenmann. Cuatro aspectos fundamentales de la escucha musical. 1979